martes, 2 de marzo de 2010

El llamamiento por GRACIA



3 Bendito el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales del cielo,
4 así como por él mismo nos escogió antes de la creación del mundo, para ser santos y sin mancha en su presencia, por la caridad;
5 habiéndonos predestinado a ser de hijos suyos adoptivos por Jesucristo a gloria suya, por un puro efecto de su buena voluntad,
6 a fin de que se celebre la gloria de su gracia, mediante la cual nos hizo gratos a sus ojos en su querido Hijo,
7 en quien por su sangre logramos la redención, y el perdón de los pecados, por las riquezas de su gracia,
8 que con abundancia ha derramado sobre nosotros, colmándonos de toda sabiduría y prudencia,
9 para hacernos conocer el misterio, o arcano, de su voluntad, fundada en su mero beneplácito, por el cual se propuso
10 restaurar en Cristo , cumplidos los tiempos prescritos, todas las cosas de los cielos y las de la tierra, reuniéndolas todas por él mismo, en un cuerpo o Iglesia.
11 Por él fuimos también nosotros llamados como por suerte, habiendo sido predestinados según el decreto de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad,
12 para que seamos la gloria y el objeto de las alabanzas de Cristo , nosotros los judíos, que hemos sido los primeros en esperar en él.
13 En él habéis esperado también vosotros los gentiles, luego que habéis oído la palabra de la verdad (el evangelio de vuestra salud) y en quien habiendo así mismo creído, recibisteis el sello del Espíritu Santo que estaba prometido,

14 el cual es la prenda o las arras de nuestra herencia celestial hasta la perfecta libertad del pueblo que se ha adquirido el Señor para loor de la gloria de él mismo.

Efesios 1: 3-14

8 Porque de pura gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no viene de vosotros, siendo como es un don de Dios;
9 tampoco en virtud de vuestras obras anteriores, puramente naturales, para que nadie pueda gloriarse.

10 Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Efesios 2: 8-10


44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le atrae; y al tal le resucitaré yo el último día.

Juan 6:44


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La Confesión de Fe de Westminster (1647) dice al respecto: “A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su Palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo.
Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es capacitado por medio de esto para responder a este llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él” (Cap. X).

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