miércoles, 31 de marzo de 2010

Nuestro Salvador inmaculado



[Cristo] no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. (1 Pedro 2:22-23)

Jesucristo tiene que haber estado en el pensamiento de Pedro cuando escribió los versículos de hoy porque fue testigo del dolor de Jesús, aunque de lejos. A pesar de lo severo de su dolor, Cristo no cometió pecado alguno de palabra o de hecho.

Isaías 53:9 dice: “Nunca hizo maldad”. “Maldad” se traduce como “desobediencia” en la Septuaginta (la versión griega del Antiguo Testamento hebreo). Los traductores entendieron que “maldad” se refería a la desobediencia a la ley de Dios, o el pecado. A pesar del trato injusto que tuvo que soportar, Cristo no pecó ni podía pecar (cp. 1 P. 1:19).

Isaías 53:9 añade: “Ni hubo engaño en su boca”. Por lo general el pecado hace su primera aparición en nosotros por lo que decimos. En Jesús no había pecado alguno, ni externa ni internamente.

Jesucristo es el ejemplo perfecto de cómo debemos reaccionar ante el trato injusto porque Él soportó el peor trato que pueda soportar persona alguna, y sin haber pecado nunca.

tomado de "La verdad de hoy" de John Macarthur

martes, 23 de marzo de 2010

Como ser SALVOS?


Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
-- Romanos 10: 9-10


Esta parte crucial de la Biblia expresa las dos cosas que usted debe hacer para ser salvo. ¿Cuál pudiera ser más importante?
Lo primero que debe hacer es confesar con su boca a Jesucristo como Señor. Eso significa más que reconocer que Jesús es el Señor, más que decir que Jesucristo es Dios. Después de todo, Santiago 2:19 dice que hasta los demonios saben que Dios es el soberano del universo pero ese conocimiento no los salva.
Confesar a Jesucristo como Señor quiere decir que Cristo es su Señor, su Soberano. Hacer esa confesión significa expresar en voz alta delante de los demás su profunda convicción personal, sin reservas, de que Jesucristo es su dueño y el soberano de su vida.
Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo” (Lc. 9:23). Esa es una afirmación asombrosa, considerando el modo en que las personas piensan acerca de la función de Jesucristo en su vida hoy, El evangelio no es acerca de la satisfacción de sí mismo, como muchos suponen. Es acerca de la abnegación. Nadie puede confesar a Jesucristo como Señor y decir: “Muy bien, Jesucristo, voy a dejarte entrar en mi vida y quiero que me hagas una persona de éxito y mejores mi matrimonio y reduzcas mi falta de habilidad en el golf”. El evangelio no es acerca de Jesucristo que viene a su vida y le da lo que usted desea. Es acerca de ir usted ante Jesucristo y decirle: “Dios, ten misericordia de mí, pecador. Sálvame”. Es decir: “Jesucristo, te reconozco como mi Soberano, Maestro y Señor. Me aparto de mis propios deseos y mi propia necesidad de controlar mi vida. Me someto a todo lo que quiera para mí”.
El joven rico no haría eso (Lc. 18:18-27). Jesús le dijo que hiciera una cosa: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres y luego sígueme. Usted no se salva por deshacerse de su dinero. Lo que Jesús quería era probar el compromiso del hombre con Jesús como su Señor. Él le pudo haber pedido que hiciera centenares de cosas distintas pero Jesús escogió algo que él sabía que probaría su disposición a negarse así mismo. El joven rico no pudo someterse al gobierno de Cristo sobre él. No pudo confesar de esa manera que Jesucristo era el Señor de su vida. Se fue triste y sin la salvación.
Lo segundo que debe hacer para ser salvo es creer en su corazón que Dios resucitó a Jesucristo de los muertos. Creer en la resurrección quiere decir que usted también cree que Jesucristo murió en la cruz y resucitó de los muertos como la señal de que en realidad es el Mesías, levantado finalmente a la más elevada posición para gobernar con el Padre. Dios el Padre puso el sello de aprobación divina sobre la perfecta obra de Jesucristo, su vida sin pecado y su muerte expiatoria, cuando lo resucitó de los muertos. La resurrección fue la validación suprema de su ministerio y de su identidad.
Usted será salvo solo cuando haya reconocido a Jesucristo como su Señor y hay creído que su muerte en la cruz fue el sacrificio eficaz por su pecado, validado por su gloriosa resurrección. Usted cree con su corazón y es justificado ante Dios; usted confiesa con su boca y confirma esa realidad.


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Extraído del libro, “El corazón de la Biblia” escrito por el Pastor John MacArthur y publicado por Editorial Portavoz.
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Si leíste hasta acá, no temas en acercarte a Dios, hacelo, Él te limpia de pecado, te quita la mochila pesada que cargás, te da su Paz, te da nuevas ropas celestiales,te convierte en una nueva persona, te quita el corazón de piedra para darte un corazón "vivo".
No te vas a arrepentir! Vivir con Jesús supera toda imaginación humana. El te ama y está esperando que des ese paso, Él NUNCA te abandonará. Sabés porqué?Porque Él te ama desde antes de la fundacíón del mundo.
Dios bendiga tu decisión!

sábado, 13 de marzo de 2010

Solo por Fé


6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.

10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;


Gálatas 3:6-11


6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor


Gálatas 5:6


28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.


Romanos 3:28


1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;


Romanos 5:1


8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.


Romanos 5:8-10


10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre


Hebreos 10:10


21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.


2Corintios 5:21


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El “Principio Material” de la Reforma fue la justificación solamente por fe.
La Confesión de Fe Westminster establece, “La Fe, así recibida y reposada en Cristo y su justicia, es el único instrumento de justificación; aunque esta no esta actúa sola en la persona justificada, sino que está siempre acompañada de todas las demás gracias salvíficas; no siendo una Fe muerta, sino mas bien, una Fe que obra por el amor” (Cap. XI)
De la misma manera, la Confesión de Ginebra señaló la necesidad para aquellos justificados por fe diciendo: “Confesamos que la entrada que tenemos a los grandes tesoros y riquezas de la bondad de Dios que nos son aseguradas son por fe; como también, con confianza cierta y seguridad de corazón, creemos en las promesas del evangelio, y recibimos a Jesucristo como nos es ofrecido por el Padre y nos es descrito por medio de la Palabra de Dios” (Artículo 11).
La justificación es a través de la gracia solamente, por fe solamente debido a Cristo solamente. Este es el artículo por el cual la iglesia se mantiene en pie o cae. Hoy en día este artículo es ignorado, distorsionado o a veces aún negado por líderes, profesores teológicos, académicos y pastores que se creen ser evangélicos. Aparte de que la caída naturaleza humana siempre se ha negado a reconocer la imputación de la santidad de Cristo, las ideas modernas avivan las llamas del descontento con el Evangelio bíblico. Nosotros hemos permitido que este descontento dirija la calidad de nuestro ministerio y lo que estamos predicando.
Muchos miembros del movimiento de crecimiento de iglesias creen que la comprensión sociológica de los miembros de la congregación es tan importante para el éxito del evangelio como las verdades bíblicas que se proclaman. Como resultado de esto, convicciones teológicas son frecuentemente separadas del trabajo del ministerio. La orientación y técnicas de mercadotecnia en la Iglesia nos alejan mucho más, borrando la distinción entre la Palabra bíblica y el mundo, robando la cruz de Cristo de su ofensa, y reduciendo la fe cristiana a los principios y métodos que traen éxito a las corporaciones seculares del mundo.
Mientras la teología de la cruz puede ser creída, estos movimientos en la realidad la despojan de su significado. No hay evangelio excepto el de la sustitución de Cristo por nuestro lugar de tal manera que Dios le imputó a Cristo nuestro pecado e imputó en nosotros la santidad de Cristo.
Debido a que Cristo recibió el juicio que nosotros merecíamos, por esto nosotros ahora caminamos en su gracia, como aquellos que han sido perdonados para siempre, aceptados y adoptados como hijos de Dios. No hay ninguna base para ser aceptados frente al Santísimo Dios, excepto el trabajo salvífico de Cristo.
Nuestra aceptación por Dios no depende de nuestro patriotismo, devoción eclesiástica o decencia moral. Solamente depende del trabajo de Cristo. El evangelio declara lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. El evangelio no declara lo que nosotros podamos hacer para encontrar a Cristo.
Reafirmamos que la justificación es por gracia solamente, a través de fe solamente por Cristo solamente. En la justificación la santidad de Cristo es imputada a nosotros como la única posible satisfacción a la justicia perfecta de Dios.
Negamos que la justificación depende de cualquier mérito encontrado en nosotros, o depende de cualquier infusión de la santidad de Cristo en nosotros, o que una institución se llame iglesia, cuando esta niega o condena esta sola fide.


Tomado de casadeoracionmadrid.com



lunes, 8 de marzo de 2010

Por Él



"19 Muchos asimismo de los que se habían dado al ejercicio de vanas curiosidades o ciencia mágica, hicieron un montón de sus libros, y los quemaron a vista de todos; y valuados, se halló que montaban a cincuenta mil denarios, o siclos de plata.
20 Así se iba propagando más y más y prevaleciendo la palabra de Dios."


Hechos 19:19


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Este pasaje me recuerda a la cantidad de libros que han ensuciado mi alma como por ejemplo todos los de Paulo Coelho (adorador de "la gran diosa")a lo largo de los años y sin contar las imágenes fantásticas de dragones, hadas, centauros, gnomos, dioses, de seres que no han sido creados por Dios. Pilas de ellos quemé sin pestañear.

Porque el hombre en uno debe morir para que viva Cristo dentro nuestro.

“PORQUE DE EL, POR EL Y PARA EL SON TODAS LAS COSAS” (Romanos 11:36)

martes, 2 de marzo de 2010

El llamamiento por GRACIA



3 Bendito el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales del cielo,
4 así como por él mismo nos escogió antes de la creación del mundo, para ser santos y sin mancha en su presencia, por la caridad;
5 habiéndonos predestinado a ser de hijos suyos adoptivos por Jesucristo a gloria suya, por un puro efecto de su buena voluntad,
6 a fin de que se celebre la gloria de su gracia, mediante la cual nos hizo gratos a sus ojos en su querido Hijo,
7 en quien por su sangre logramos la redención, y el perdón de los pecados, por las riquezas de su gracia,
8 que con abundancia ha derramado sobre nosotros, colmándonos de toda sabiduría y prudencia,
9 para hacernos conocer el misterio, o arcano, de su voluntad, fundada en su mero beneplácito, por el cual se propuso
10 restaurar en Cristo , cumplidos los tiempos prescritos, todas las cosas de los cielos y las de la tierra, reuniéndolas todas por él mismo, en un cuerpo o Iglesia.
11 Por él fuimos también nosotros llamados como por suerte, habiendo sido predestinados según el decreto de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad,
12 para que seamos la gloria y el objeto de las alabanzas de Cristo , nosotros los judíos, que hemos sido los primeros en esperar en él.
13 En él habéis esperado también vosotros los gentiles, luego que habéis oído la palabra de la verdad (el evangelio de vuestra salud) y en quien habiendo así mismo creído, recibisteis el sello del Espíritu Santo que estaba prometido,

14 el cual es la prenda o las arras de nuestra herencia celestial hasta la perfecta libertad del pueblo que se ha adquirido el Señor para loor de la gloria de él mismo.

Efesios 1: 3-14

8 Porque de pura gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no viene de vosotros, siendo como es un don de Dios;
9 tampoco en virtud de vuestras obras anteriores, puramente naturales, para que nadie pueda gloriarse.

10 Por cuanto somos hechura suya en la gracia como lo fuimos en la naturaleza, creados en Jesucristo para obras buenas, preparadas por Dios desde la eternidad para que nos ejercitemos en ellas y merezcamos la gloria.

Efesios 2: 8-10


44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no le atrae; y al tal le resucitaré yo el último día.

Juan 6:44


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La Confesión de Fe de Westminster (1647) dice al respecto: “A todos aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, y a ellos solamente, le agrada en su tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente por su Palabra y Espíritu, fuera del estado de pecado y muerte en que están por naturaleza, a la gracia y salvación por Jesucristo; iluminando espiritual y salvadoramente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios; quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne; renovando sus voluntades y por su potencia todopoderosa, induciéndoles hacia aquello que es bueno, y trayéndoles eficazmente a Jesucristo; de tal manera que ellos vienen con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de hacerlo.
Este llamamiento eficaz es solamente de la libre y especial gracia de Dios y de ninguna otra cosa prevista en el hombre; el cual es en esto enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu Santo, es capacitado por medio de esto para responder a este llamamiento y para recibir la gracia ofrecida y trasmitida en él” (Cap. X).

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