#1 Eva
Dios creó al
hombre del polvo de la tierra y lo puso a cuidar un huerto en Edén. Dios dijo
que no era bueno que el hombre esté solo y que le haría ayuda idónea para él. (Génesis
2.18)
Pero… ¿qué es una
ayuda idónea? Una ayuda idónea es una mujer que cumple el rol de esposa para
auxiliar a su marido de manera apropiada. Las mujeres debemos tratar de
facilitarle las cosas a nuestros esposos. La biblia nos enseña cómo debemos ser
con nuestros esposos.
Con respecto a
las relaciones sexuales, en 1Corintios 7. 3-6 dice que tanto el hombre como la
mujer deben cumplir el deber conyugal, que cada uno no tiene potestad sobre su
propio cuerpo. En un matrimonio no deben negarse el uno al otro a no ser que
sea por un tiempo en el que estén dedicándose a la oración, pero luego deben
volverse a juntar para que Satanás no los tiente.
El Señor manda
que la mujer no debe separarse del marido y si lo hace debe quedarse sin casar
o reconciliarse con su marido (1Corintios 7.10). En el caso que su marido no
sea creyente no lo debe abandonar porque el marido incrédulo es santificado en
la mujer. Esto no quiere decir que debamos vivir con un hombre que abusa de
nosotras porque Dios nos llamó a paz (1Corintios 7.14-15).
En Efesios 5.33
la palabra nos dice que como el hombre debe amar a su esposa, la mujer debe
respetar a su marido. Respetar significa honrar, dar honor. Debemos tratar a
nuestros esposos como si fueran una joya preciosa, de gran estima.
En 1Timoteo 2.9
dice que las mujeres debemos vestirnos con ropa decorosa, con pudor y modestia,
sin peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos sino con
buenas obras. Como esposas debemos guardar nuestros cuerpos para la intimidad
con nuestros maridos. No debemos andar mostrándonos con ropas ajustadas o
escotes que hagan sobresalir nuestros pechos. Pero sí debemos vestirnos con
buenas obras.
En 1Pedro 3.1
dice que las mujeres deben estar sujetas a sus maridos. Estar sujetas significa
estar agarradas a nuestros maridos para que no se caigan o suelten. Debemos
apoyarlos y obedecerles.
La primer cirugía
la hizo Dios en el inicio de la humanidad. Cuando Adán, el primer hombre,
dormía, Dios tomó una de sus costillas cerrando la carne en su lugar y de esa
costilla hizo una mujer la cual trajo hacia el hombre (Génesis 2.21-22). Aquí
se comprueba que la mujer soltera es llevada hacia el hombre. Este no debe
buscarla ni ella a él, sino que es Dios quien hace la obra de que dos personas
se encuentren.
Así fue que Eva
se unió a Adán y fueron una sola carne (Génesis 2.24).
En un principio
Dios había prohibido al hombre comer del árbol de la ciencia del bien y del mal
pero sí podían comer del resto de los árboles. Un día cuando Eva se hallaba
sola, el diablo disfrazado de serpiente la tentó para que comiese del árbol
prohibido (Génesis 3.1-5).
El diablo sabía
que la mujer era vaso más frágil que el hombre (1Pedro 3.7). Así fue que se
aprovechó de su fragilidad (En 2Corintios 11.3 dice que la serpiente con su
astucia engañó a Eva). Por algo fue que Dios puso al marido como cabeza de la
mujer (Efesios 5.23). El hombre es quien toma las decisiones finales en un
matrimonio. Él es quien deberá rendir cuentas delante de Dios de las decisiones
que haya tomado durante su vida matrimonial. Por eso, las mujeres, debemos
descansar en Dios ya que tenemos menos responsabilidades que nuestro esposo.
Eva siendo
engañada, pecó. Ella primero vio que el árbol era bueno para comer, agradable a
los ojos y árbol codiciable para alcanzar sabiduría (Génesis 3.6). Tomó del
fruto, comió y dio a su marido quien también comió. Aquí vemos que los esposos
tienen en cuenta la opinión de sus mujeres. Adán siguió el comportamiento de
Eva, pecando junto a ella. Por eso debemos llenarnos de la Palabra de Dios para
conocer qué es lo mejor para nuestro matrimonio. Debemos guardar los
mandamientos del Señor. No debemos amar al mundo, ni las cosas que están en el
mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo
que hay en el mundo, los deseos de la carne (Eva vio que el árbol era bueno
para comer), los deseos de los ojos (Eva vio que era agradable a los ojos) y la
vanagloria de la vida (Eva vio que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría)
no proviene del Padre sino del mundo. Hermanas, el mundo pasa y sus deseos pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre (1Juan 2.15-17).
Cuando Adán y Eva
comieron del fruto prohibido conocieron que estaban desnudos. Entonces se
vistieron con hojas de higuera. Al oír la voz de Dios que se paseaba en el
huerto, ambos se escondieron. Cuando Dios se da cuenta de que no habían
obedecido a Su Palabra, el hombre echa la culpa a su mujer de que ella le había
dado de comer del fruto y Eva dice que la serpiente la había tentado. Ninguno
asumía que había pecado. Muchas veces culpamos a otros o a nuestro conyugue
cuando en realidad somos nosotras quienes no admitimos nuestros errores.
Luego Dios hace
un juicio sobre la serpiente, el hombre y la mujer. Dios pone enemistad entre
la mujer y la serpiente diciendo que la semilla de la mujer le heriría en la
cabeza y que la serpiente la heriría a ella en el calcañar (el talón). Esta es
la primer profecía o protoevangelio que aparece en la biblia que significa que
Cristo hiere al diablo al entregar su vida en la cruz del Calvario. Cuando
Jesús cumple la voluntad de Dios, el imperio del diablo queda destruido (Génesis
3.7-15). El hombre es condenado a trabajar toda su vida por su alimento. La
mujer daría a luz hijos con dolor y el marido sería señor de ella (Génesis
3.16-17).
Después de esto,
Adán pone nombre a su mujer. La llama Eva porque ella era madre de todos los
vivientes. Entonces Dios les hizo a ambos túnicas de pieles y los vistió. Esto
significa que los perdonó. Si vamos arrepentidos hacia los pies de Cristo, el
Señor tiene misericordia de nosotros y nos perdona. No existe un pecado tan
grave que Dios no pueda perdonar. Quizás tú y tu esposo están pecando juntos al
igual que lo hicieron Adán y Eva. Quizás hace tiempo que no se están
congregando o leyendo la biblia u orando. Es tiempo de dejar las tinieblas para
ir a la luz de Jesucristo.
El Señor los
bendiga, guarde y guíe.
Con amor, Vale
30/10/2019