viernes, 6 de abril de 2012

Mi Pascua es Jesús


Queridos hermanos en Cristo y tu que visitas mi humilde diario virtual: es la tercer pascua que vivo junto a mi Señor. Para los hijos de Dios es una fecha muy emotiva, si bien cada domingo recordamos este Sacrificio Sublime en la Cena del Señor; 2012 años atrás a mediados de este mes, nuestro Amado Señor y Salvador Jesucristo fue torturado, blasfemado, escupido, burlado y sacrificado como cordero en la Cruz del Calvario, para que hoy tengamos comunión con Su Padre. La pascua judía era la fiesta instituida por Dios para conmemorar la liberación de Israel de Egipto. Dicha fiesta aún la festejan los judíos quienes siguen esperando al Mesías, aunque El ya vino y le mataron, pero El volverá para reinar. La pascua que se festeja en todo el mundo es una tradición pagana que comenzó en los tiempos post-apostólicos, no fue instituida por Cristo sino que era en honor a la diosa de la primavera Eástre o Astarte, la cual era una diosa caldea a la que también llamaban la reina del cielo, y por cierto en inglés, se llama Easter a esta fiesta, que deriva de Eástre. Estos festejos paganos, nosotros, los cristianos los aprovechamos para invitar a los no creyentes a nuestras congregaciones locales. Si bien disfrutamos de un huevo o rosca de pascua, nuestra Pascua es Jesucristo.

Cuando el Señor resucitó empezó a aparecerse a sus discípulos, a Cefas y a más de quinientas personas (1Corintios 15.5-6). Dos de sus discípulos iban camino a una aldea llamada Emaús hablando sobre esta gran noticia que estaba recorriendo las regiones de Israel. Mientras hablaban, se les apareció el Señor y ellos se asustaron porque pensaban que veían a un espíritu. El Señor los calmó con palabras, les mostró las marcas de sus pies y manos, les dijo que lo palparan porque los espíritus no tienen carne ni huesos. También comió delante de ellos para que le creyeran que al mismo Jesús que había visto ser torturado, crucificado, clavado con una lanza, y sepultado; era el mismo que tenían en frente. Y les dijo: "44 Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
    45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;
    46 y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;
    47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.
    48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.
    49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto."(Lucas 24)

Al igual que a estos hombres, el Señor nos quita el velo de los ojos para que veamos Su Gloria. La ira de Dios se descargó sobre el cuerpo de Jesús, en aquella cruz. Su Sufrimiento fue sobre todo espiritual, además de físico. Sufrió la muerte espiritual que experimentamos cuando nacemos, es decir, la separación con el Padre. Sufrió el castigo de condenación que merecemos por ser pecadores. Siendo Santo, fue castigado como pecador. El murió por los pecados del mundo. Se convirtió en ese cordero que los judíos en la Pascua sacrificaban para limpiar los pecados del pueblo. Ese cordero era figura de Jesús: el cordero que quita el pecado del mundo.

"11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;
    12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
    13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
    14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
    15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
    

 16 Este es el pacto que haré con ellos 

    Después de aquellos días, dice el Señor: 

    Pondré mis leyes en sus corazones, 
    Y en sus mentes las escribiré, 

    17 añade: 

    Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

    18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado." Hebreos


No existen palabras que puedan expresar cuán agradecida estoy por tanto Amor que día a día me da mi Señor, quien me toma de la mano aún cuando hago torpezas que le deshonran. No hay palabras dignas de El, solo mi espíritu puede adorarle en verdad y agradecimiento. Gracias por tanto Amor mi Señor, gracias porque tus misericodias  son nuevas cada día, gracias por tantas vidas restauradas, gracias Padre porque te diste a conocer por medio de Tu Hijo, gracias porque el Espíritu de Tu Hijo hoy vive en mi y puedo llamarte Abba, Padre!

Que el Señor los bendiga, guarde y guíe =)

Vale

1 comentario:

  1. Impresionante entrada, una catequesis muy bien lograda.

    Felicitaciones.


    mariarosa

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