martes, 26 de julio de 2011

Jesús es Dios(Jehová=Jesús) Sexta parte: El Verbo es Dios

"1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho."
Juan 1.1-3

"1 Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. 2 οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν. 3 πάντα δι’ αὐτοῦ ἐγένετο, καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν. ὃ γέγονεν"
Nuevo testamento en griego

Este texto es maravilloso y revelador en cuanto a la pre-existencia de Jesucristo, Su deidad, y también en cuánto a nuestros orígenes. Lo explicaré de la manera en que el Señor me ilumine. Su Palabra es inagotable, no es como cualquier libro que leemos y se terminó. No, la biblia fue escrita por Dios, Su aliento de vida, al igual que el viento de primavera, recorre cada página y va zocabando los misterios ocultos en las profundidades del corazón de nuestro Señor, que El mismo ha guardado para los que le aman. Siempre hay un precioso tesoro para descubrir, porque las maravillas de Dios son únicas e infinitas, que la imaginación finita del hombre natural no podría comprender sin el Espíritu Santo morando en su interior.

versículo 1:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος.

El Verbo se nombra tres veces con distintas descripciones:

*El Verbo era en el principio
*El Verbo era con Dios
*El Verbo era Dios

Para comenzar deberíamos preguntarnos:

a) ¿Qué significa el Verbo?
b) ¿Donde estaba el Verbo?
c) ¿Con quién estaba el Verbo?
d) ¿Quién era el Verbo?

a) ¿Qué significa el Verbo?
La palabra Verbo viene del griego "λόγος"(lógos). El diccionario Strong lo define:
"#G3056: de G3004(légo: relatar); algo dicho (incluído el pensamiento); por implicación tema (sujeto del discurso), también razonamiento (facultad mental) o motivo; por extensión cálculo; específicamente (con el artículo en Juan) la Expresión Divina (i.e. Cristo):- noticia, palabra, plática, pleito, predicar, pregunta, propuesta, razón, sentencia, tratado, verbo, arreglar, asunto, cosa, cuenta, decir, derecho, dicho, discurso, doctrina, evangelio, exhortar, fama, frase, hablar, hecho, mensaje.

El diccionario Vine del NT define a lógos como:
La palabra personal, el Verbo, título aplicado al Hijo de Dios.
Esta identificación queda establecida por las afirmaciones de doctrina en Juan:1-18, declarando en los vv. 1 y 2:

(1) su personalidad distintiva y superfinita,
(2) su relación en el seno de la Deidad (pros, con, no meramente compañía, sino la más íntima comunión),
(3) su Deidad; en el v. 3 su poder creativo;
en el v. 14 su encarnación («se hizo carne», lo que expresa un acto voluntario; RVR77, LBA, NVI; no como en RV, RVR, VM: «fue hecho»), la realidad y totalidad de su naturaleza humana, y su gloria «como del unigénito del Padre» (en el original la carencia de artículo destaca la naturaleza y carácter de la relación; lit., «como de unigénito de padre»); su gloria fue la de la shekina en abierta manifestación; en el v. 18 se consuma la identificación: «El unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer», cumpliéndose así el significado del título logos, el Verbo, la manifestación personal, no de una parte de la naturaleza divina, sino de la Deidad plena. Este título es asimismo utilizado en 1 Juan 1«el Verbo de vida», combinando las dos declaraciones en Juan 1:1 y 4 y Apocalipsis 19:13.

"Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." Juan 1.14

"Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS."Apoc 19.13

"καὶ περιβεβλημένος ἱμάτιον βεβαμμένον αἵματι, καὶ κέκληται τὸ ὄνομα αὐτοῦ ὁ Λόγος τοῦ Θεοῦ."

La biblia en lenguaje sencillo lo dice así: "Antes de que todo comenzara, ya existía aquel que es la Palabra.La Palabra estaba con Dios,y era Dios."
Entonces, el Verbo es la Palabra de Dios, que ya existía antes de que todo sea creado y ésta Palabra vino a nosotros en forma de hombre, este es Jesucristo y quién también vendrá con Sus ropas teñidas de Su sangre Preciosa derramada, El pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.





b) ¿Donde estaba el Verbo?
"En el principio era el Verbo"
(καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν)
¿Esto qué significa? Miremos Génesis 1.1: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra"
La biblia relata toda la historia de la humanidad relacionada con Dios, desde génesis hasta apocalipsis. En génesis el Señor crea el Universo. Este suceso es el inicio de todo lo creado, por eso es que dice: "En el principio". Dios siempre existió, El es Eterno. Cuando lo crea todo, El coloca un tiempo finito, hizo el día y la noche, las horas. También hay un fin de este tiempo que es relatado en Apocalipsis.
Algo muy interesante es la palabra "Dios" del primer versículo de génesis. El diccionario Strong lo define:
אֱלֹהִים
elojím
plural de H433(אֱלוֹהַּ elóaj:una deidad o la deidad); dioses en el sentido ordinario; pero específicamente que se usa (en plural así, específicamente con el artículo) del Dios supremo


¿Porqué será que la palabra "Dios"(Elojím) está en plural y no en singular(Elóaj)? Acá es donde vemos la belleza de Su inspiración al escribir la biblia, aquí vemos el precioso oro oculto y alabamos a nuestro Padre por regalarnos tan rico manjar para nuestro espíritu.
En el principio estaba el Padre con el Hijo creándolo todo y si leemos el versículo 2 de génesis nos dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo siendo parte de la creación. "En el principio creó Dios los cielos y la tierra"
También lo podemos apreciar unos pasajes más adelante:
"Entonces dijo Dios(Elojím): "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..."Génesis 1.26. No hay mucho más que aclarar con esto, El mismo habla con Su Palabra. Solo puedo agregar:

"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!Porque ¿Quién entendió la mente del Señor?¿O quién fue su consejero?" Romanos 11.33-34

c) ¿Con quién estaba el Verbo?
"y el Verbo era con Dios"
Según lo que venimos estudiando, el Verbo es Jesucristo. Por eso podemos parafrasear que: En el principio estaba Cristo con el Padre.

d)¿Quién era el Verbo?
"Y el Verbo era Dios"
(καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος)
No hay mucho por aclarar. El mismo lo dice: Jesús es Dios.
La "Trinidad" como nosotros los cristianos, le llamamos, no es fácil de comprender, porque Dios es infinito y nuestra mente es finita; pero Su Santo Espíritu nos hace aceptarla y verla con ojos espirituales. Es evidente en toda la biblia. No se puede negar.
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios"

Versículo 2:
"Este era en el principio con Dios"
(οὗτος ἦν ἐν ἀρχῇ πρὸς τὸν θεόν)
Este versículo afirma lo antes dicho, confirma que Cristo estaba en el principio con Dios.

Versículo 3:
"Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho"
(πάντα δι’ αὐτοῦ ἐγένετο, καὶ χωρὶς αὐτοῦ ἐγένετο οὐδὲ ἕν. ὃ γέγονεν)
Este mundo tangible y también el intangible (los cielos, donde están los ángeles y demás) fue hecho por nuestro Señor y sin él nada existiría. Esto me recuerda a Romanos 11.36: "Porque de El, y por El,y para El, son todas las cosas. A El sea la gloria por los siglos. Amén"También podemos correlacionarlo a Hebreos 1.1-4:"1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos."

El Verbo fue hecho carne, para que le veamos porque Dios es Espíritu y nadie le vió jamás, solo el unigénito del Padre. También todos aquellos que hemos creído en El ahora le vemos, porque nos ha hecho nacer de espíritu cuando nos hizo nueva criatura. El tenía que ser semejante a nosotros para salvarnos.

Si aún no conoces a Jesús, a quien Dios envió para que tengas vida eterna en El, no esperes más, buscalo, llamalo, pide misericordia, pide perdón por tus pecados a quien murió por ti, echa mano de esa salvación preciosa, acepta a Jesucristo como tu Señor y Salvador. Sé nueva criatura en El.

Herramientas

*Biblia Reina-Valera 1960
*Biblia Lenguaje Sencillo
*Biblia SBL del nuevo testamento en griego
*Diccionario Strong hebreo-griego
*Diccionario Vine

Por Vale
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Les comparto lo escrito por Juan Calvino(1509-1564) en el capítulo XIII de su libro: "Institución de la religión cristiana":
"l. La esencia de Dios es infinitaLo que la Escritura nos ensena de la esencia de Dios, infinita y espíritual,
no solamente vale para destruir los desvaríos del vulgo, sino tamo
bién para confundir las sutilezas de la filosofía profana. Le pareció a un
escritor antiguo l que se expresaba con toda propiedad al decir que Dios
es todo cuanto vemos y también lo que no vemos. Al hablar asi se imaginó
que la divinidad está desparramada por todo el mundo. Es cierto que
Dios, para mantenernos en la sobriedad, no habla con detalles de su
esencia; sin embargo, con los dos titulas que hemos nombrado - Jehová
y Elohim - abate todos los desvaríos que los hombres se imaginan y
reprime el atrevimiento del entendimiento humano. Ciertamente que lo
infinito de su esencia debe espantarnos, de tal manera que no presumamos
de medirlo con nuestros sentidos; y su naturaleza espiritual nos impide
que veamos en Él nada carnal o terreno. Y ésta es la causa por la que
muchas veces indica que su morada es el cielo. Pues, si bien por ser infinito
llena también toda la tierra, sin embargo, viendo que nuestro entendimiento,
según es de torpe, se queda siempre abajo, con mucha razón,
para despertarnos de nuestra pereza e indolencia, nos eleva sobre el
mundo, con lo cual cae por tierra el error de los maniqueos, que admitiendo
dos principios hicieron al diablo casi igual que Dios. Pues esto
era deshacer la unidad de Dios y limitar su infinitud. Y por lo que hace
a los textos de la Escritura con los que se atrevieron a confirmar su
opinión, en ello han dejado ver que su ignorancia igualaba en magnitud
al intolerable desatino de su error.
Igualmente quedan refutados los antropomorfistas, los cuales se imaginaron
a Dios como un ser corpóreo, porque la Escritura muchas veces
le atribuye boca, orejas, ojos, manos y pies. Pues, ¿qué hombre con un
poco de entendimiento no comprende que Dios, por así decirlo, balbucea
al hablar con nosotros, como las nodrizas con sus niños para igualarse
a ellos? Por lo tanto, tales maneras de hablar no manifiestan en absoluto
cómo es Dios en sí, sino que se acomodan a nuestra rudeza, para darnos
algún conocimiento de Él; Yesto la Escritura no puede hacerlo sin ponerse
a nuestro nivel y, por lo tanto, muy por debajo de la majestad de Dios.
2. Dios en tres personasPero aún podemos encontrar en la Escritura otra nota particular con
la cual mejor conocerlo y diferenciarlo de los ídolos. Pues al mismo
tiempo que se nos presenta como un solo Dios, se ofrece a nuestra contemplación
en tres Personas distintas; y si no nos fijamos bien en ellas,
no tendremos en nuestro entendimiento más que un vano nombre de
Dios, que de nada sirve.Pero, a fin de que nadie sueñe con un Dios de tres cabezas, ni piense
que la esencia divina se divide en las tres Personas, será menester buscar
una definición breve y fácil, que nos desenrede todo error. Mas como
algunos aborrecen el nombre de Persona, como si fuera cosa inventada
por los hombres, será necesario ver primero la razón que tienen para ello.
El Apóstol, llamando al Hijo de Dios "la imagen misma de su sustancia"
(del Padre) (Heb. 1,3), sin duda atribuye al Padre alguna subsistencia
en la cual difiera del Hijo. Porque tomar el vocablo como si significase
esencia, como hicieron algunos intérpretes - como si Cristo representase
en sí la sustancia del Padre, al modo de la cera en la que se imprime el
sello -, esto no sólo sería cosa dura, sino también absurda. Porque siendo
la esencia divina simple e individua, incapaz de división alguna, el que
la tuviere toda en sí y no por partes ni comunicación, sino total y enteramente,
este tal seria llamado "carácter" e "imagen" del otro impropiamente.
Pero como el Padre, aunque sea distinto del Hijo por su propiedad,
se representó del todo en éste, con toda razón se dice que ha manifestado
en él su hipóstasis; con lo cual está completamente de acuerdo lo que
luego sigue: que Él es el resplandor de su gloria. Ciertamente, de las
palabras del Apóstol se deduce que hay una hipóstasis propia y que
pertenece al Padre, la cual, sin embargo, resplandece en el Hijo; de donde
fácilmente se concluye también la hipóstasis del Hijo, que le distingue
del Padre.
Lo mismo hay que decir del Espíritu Santo, el cual luego probaremos
que es Dios; y, sin embargo, es necesario que 10 tengamos como hipóstasis
diferente del Padre.
Pero esta distinción no se refiere a la esencia, dividir la cual o decir
que es más de una es una blasfemia. Por tanto, si damos crédito a las
palabras del Apóstol, síguese que en un solo Dios hay tres hipóstasis.
y como quiera que los doctores latinos han querido decir lo mismo con
este nombre de "Persona", será de hombres fastidiosos y aun contumaces
querer disputar sobre una cosa clara y evidente.
Si quisiéramos traducir al pie de la letra 10 que la palabra significa
diriamos "subsistencia", lo cual muchos lo han confundido con "sustancia",
como si fuera la misma cosa. Pero, además, no solamente los latinos
usaron la palabra "persona", sino que también los griegos - quizá para
probar que estaban en esto de acuerdo con los latinos - dijeron que hay
en Dios tres Personas. Pero sea lo que sea respecto a la palabra, lo cierto
es que todos querían decir una misma cosa.
3. ¿Se pueden emplear palabras ajenas a la Escritura?Así pues, por más que protesten los herejes contra el nombre de
Persona, y por más que murmuren algunos de mala condición, diciendo
que no admitirán un nombre inventado por los hombres, siendo así que
no pueden negar que se nombra a tres, de los cuales cada uno es enteramente
Dios, sin que por ello haya muchos dioses, ¿no es gran maldad
condenar las palabras que no dicen sino lo que la Escritura afirma
y atestigua'? Replican que sería mejor mantener dentro de los límites de
la Escritura. no solamente nuestros sentimientos, sino también las palabras,
en vez de usar de otras extrañas y no empleadas, que pueden ser causa de discusiones y disputas. Porque sucede con esto que se pierde
el tiempo disputando por palabras, que se pierde la verdad altercando
de esta manera y se destruye la caridad.
Si ellos llaman palabra extraña a la que sílaba por sílaba y letra por
letra no se encuentra en la Escritura, ciertamente nos ponen en gran
aprieto, pues con ello condenan todas las predicaciones e interpretaciones
que no están tomadas de la Escritura de una manera plenamente textual.
Mas si tienen por palabras extrañas las que se inventan por curiosidad
y se sostienen supersticiosamente, las cuales sirven más de disputa que
de edificación, y se usan sin necesidad ni fruto y con su aspereza ofenden
los oídos de los fieles y pueden apartarnos de la sencillez de la Palabra
de Dios, estén entonces seguros de que yo apruebo con todo el corazón
su sobriedad. Pues no me parece que deba ser menor la reverencia al
hablar de Dios que la que usamos en nuestros pensamientos sobre Él,
pues cuanto de Él pensamos, en cuanto procede de nosotros mismos, no
es más que locura, y todo cuanto hablamos, vanidad. Con todo, algún
medio hemos de tener, tomando de la Escritura alguna regla a la cual se
conformen todos nuestros pensamientos y palabras. Pero, ¿qué inconveniente
hay en que expliquemos con palabras más claras las COsas que la
Escritura dice oscuramente, con tal que lo que digamos sirva para declarar
fielmente la verdad de la Escritura, y que se haga sin tomarse excesiva
libertad y cuando la ocasión 10 requiera? De esto tenemos muchos ejemplos.
¿Y qué sucederá si probamos que la Iglesia se ha visto ineludiblemente
obligada a usar las palabras "Trinidad" y "Personas"? Si alguno
no las aprueba pretextando que se trata de palabras nuevas que no se
hallan en la Escritura, ¿no se podrá decir de él con razón que no puede
tolerar la luz de la verdad?; pues lo que hace es condenar que se explique
con palabras más claras lo mismo que la Escritura encierra en sí.
4. Utilidad de ciertas palabrasTal novedad de palabras ~ si así se puede llamar ~ hay que usarla
principalmente cuando conviene mantener la verdad contra aquellos que
la calumnian y que, tergiversándola, vuelven lo de dentro afuera, lo cual
al presente vemos más de lo que quisiéramos, resultándonos difícil convencer
a los enemigos de la verdad, porque con su sabiduría carnal se
deslizan como sierpes de las manos, si no son apretados fuertemente. De
esta manera los Padres antiguos, preocupados por los ataques de las falsas
doctrinas, se vieron obligados a explicar con gran sencillez y familiaridad
lo que sentían, a fin de no dejar resquicio alguno por donde los impíos
pudieran escapar, a los cuales cualquier oscuridad de palabras les sirve
de escondrijo donde ocultar sus errores.
Confesaba Arrió que Cristo es Dios e Hijo de Dios, porque no podia
contradecir los clarísimos testimonios de la Escritura, y como persona
que cumple con su deber, aparentaba conformarse con los demás. Pero
entretanto no dejaba de decir que Cristo es criatura y que tuvo principio
como las demás. Los Padres, para aclarar esta maliciosa simulación pasaron
adelante diciendo que Cristo es Hijo eterno del Padre y consustancial '
con el Padre. Entonces quedó patente la impiedad de los arrianos, y
comenzaron a aborrecer y detestar la palabra "hornousios", que quiere decir consustancial. Si al principio hubieran confesado sinceramente y
de corazón que Cristo es Dios, no hubieran negado que era consustancial
al Padre. ¿Quién se atreveré a acusar a aquellos santos varones de amigos
de controversias y disensiones, por el hecho de que por una simple palabra
se enardecieran los ánimos en la disputa hasta llegar a turbar la paz y
tranquilidad de la Iglesia? Pero aquella mera palabra daba a conocer
cuáles eran los verdaderos cristianos y cuáles los herejes.
Vino después Sabelio, el cual casi no daba importancia a las palabras
Padre, Hijo y Espíritu Santo, y decía que estos nombres no denotaban
distinción alguna, sino que eran títulos diversos de Dios, como hay otros
muchos. Si disputaban con él, confesaba que creía que el Padre era Dios,
el Hijo era Dios y el Espíritu Santo también era Dios. Pero luego encontraba
una escapatoria diciendo que no había confesado otra cosa que
si hubiera dicho que Dios es fuerte, justo y sabio; y así decía otra cosa
distinta: que el Padre es el Hijo y el Espíritu Santo es el Padre \ sin
distinción alguna. Los que entonces eran buenos maestros y amaban de
corazón [a piedad, para vencer la malicia de este hombre, le contradecían
diciendo que había que confesar que hay en un solo Dios tres propiedades;
y para defenderse con la verdad sencilla y desnuda contra sus
argucias afirmaron que hay en un solo Dios o -lo que es lo mismo - en
una sola esencia divina, una Trinidad de Personas.
5. Del sentido de las palabras sustancia, consustancial, esencia, hipóstasis
y persona, en orden a las distinciones necesarias
Por tanto, si estos nombres no han sido inventados temerariamente,
será menester guardarse de ser acusados de temeridad por rechazarlos.
Preferiría que todos estuviesen sepultados con tal de que todo el mundo
confesara que el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo son un solo Dios,
y que, sin embargo, ni el Hijo es Padre, ni el Espíritu Santo es Hijo, sino
que hay entre ellos distinción de propiedad. Por lo demás, no soy tan
riguroso e intransigente que me importe discutir solamente por palabras.
Pues pienso que los Padres antiguos, aunque procuraban hablar de estas
materias con gran reverencia, sin embargo no estaban de acuerdo todos
entre sí, e incluso algunos no siempre hablaron de la misma manera.
Porque, ¿cuáles son las maneras de hablar usadas por los Concilios, que
san Hilado excusa? ¿Qué atrevimiento no emplea a veces san Agustín?
¡Qué diferencia existe entre los griegos y los latinos! Un solo ejemplo
bastará para mostrar esta diversidad.
Los latinos, al interpretar el vocablo griego "homousios", dijeron consustancial;
con lo cual daban a entender que el Padre y el Hijo tienen
una misma sustancia, y así por "sustancia" no entendían más que esencia.
Por esta causa san Jerónimo, escribiendo a Damaso, obispo de Roma,
dice que es sacrilegio afirmar que hay en Dios tres sustancias. Pero más
de cien veces se hallará en san Hilarlo esta expresión: En Dios hay tres
sustancias.
En cuanto a la palabra "hipóstasis", ¿qué dificultad encuentra san
Jerónimo? Pues él sospecha que hay algún veneno oculto cuando se dice que hay en Dios tres "hipóstasis"; y afirma que si alguno usa esta palabra
en buen sentido, no obstante es una manera impropia de hablar. Si esto
lo dice de buena fe y sin fingimiento, y no más bien por molestar a sabiendas
a los obispos orientales, a los cuales odiaba, ciertamente que no tiene
razón al decir que en todas las escuelas profanas "usía" no significa otra
cosa que "hipóstasis"; lo cual se puede refutar por el modo corriente
de hablar. Más modesto y humano es san Agustín \ el cual, aunque
dice que esta palabra "hipóstasis" es nueva entre los latinos en este sentido,
sin embargo, no solamente permite a los griegos que sigan su manera
de hablar, sino también tolera a los latinos que la usaran. E igualmente
Sócrates, historiador eclesiástico, escribe en el libro sexto de la historia
llamada Tripartita, que los primeros que usaron esta palabra en este
sentido fueron gente ignorante. Y también san Hilario echa en cara como
un gran crimen a los herejes, que por su temeridad se ve forzado a exponer
al peligro de la palabra las cosas que el corazón debe sentir con gran devoción
2, no disimulando que es ilícito hablar de cosas inefables y presumir
cosas no concedidas. Y poco después se excusa de verse obligado
a usar palabras nuevas. Porque después de haber puesto los nombres
naturales: Padre, Hijo y Espíritu Santo, añade que todo cuanto se quiera
buscar más allá de esto supera todo lo que se puede decir, está fuera de
lo que nuestros sentidos pueden percibir y nuestro entendimiento comprender.
Y en otro lugar" ensalza a los obispos de Francia porque no
habían, ni inventado, ni aceptado, ni siquiera conocido más confesión
que la antiquísima y simplicísima que desde el tiempo de los apóstoles
había sido admitida en todas las Iglesias.
La excusa que da san Agustín es también muy semejante a ésta; a saber,
que esta palabra se inventó por necesidad a causa de la pobreza y deficiencia
de! lenguaje de los hombres en asunto de tanta importancia, no
para expresar todo lo que hay en Dios, sino para no callar cómo el Padre,
e! Hijo y el Espíritu Santo son tres. Esta modestia de aquellos santos
varones debe movernos a no ser rigurosos en condenar sin más a cuantos
no quieran someterse al modo de hablar que nosotros usamos, con tal
de que no lo hagan por orgullo, contumacia o malicia; pero a su vez consideren
ellos cuán grande es la necesidad que nos obliga a hablar de esta
manera, a fin de que poco a poco se acostumbren a expresarse como conviene.
Y cuiden asimismo, cuando hay que enfrentarse con los arrianos y
los sabelianos, que si llevan a mal que se les prive de la oportunidad de
tergiversar [as cosas, ellos mismos resulten sospechosos de ser discípulos
suyos.
Arria dice que Cristo es Dios, pero para sus adentros afirma que es
criatura y que ha tenido principio. Dice que es uno con e! Padre, pero
secretamente susurra a los oídos de sus discípulos que ha sido formado
como los demás fieles, aunque con cierta prerrogativa.
Sabelio dice que estos nombres, Padre, Hijo y Espíritu Santo no señalan
distinción alguna en Dios. Decid que son tres; en seguida protestará que
nombráis tres dioses. Decid que en la esencia una de Dios hay Trinidad de Personas, y diréis lo mismo que dice la Escritura y haréis callar a este
calumniador. Pero si hay alguno tan escrupuloso que no puede admitir
estos tres nombres, no obstante, ninguno, por más que le pese, podrá
negar que cuando la Escritura nos dice que Dios es uno debemos entender
la unidad de la sustancia, y cuando oímos decir que en la unidad de la
esencia divina hay tres, a saber, Padre, Hijo y Espíritu Santo, hemos de
entender que con esta Trinidad se menciona a las Personas. Cuando esto
se profesa de corazón y sin doblez alguna, no importarán gran cosa las
palabras. Pero hace ya tiempo que sé por experiencia que cuantos pertinazmente
se empeñan en discutir por simples palabras, alimentan dentro
de sí algún oculto veneno, de suerte que es mucho mejor provocarlos
abiertamente, que andar con medias tintas para conservar su favor y
amistad.
6. Distinción de faspropiedades. Definición de persona, esencia y subsistencia
Mas, dejando a un lado la controversia sobre meras palabras, comenzaré
a tratar el meollo mismo de la cuestión.
Así pues, por "persona" entiendo una subsistencia en la esencia de
Dios, la cual, comparada con las otras, se distingue por una propiedad
incomunicable. Por "subsistencia" entiendo algo distinto de "esencia",
Porque si el Verbo fuese simplemente Dios, san Juan se hubiese expresado
mal al decir que estuvo siempre con Dios (Jn.l, 1). Cuando luego dice
que Él mismo es Dios, entiende esto de la esencia única. Pero como quiera
que el Verbo no pudo estar en Dios sin que residiese en el Padre, de aquí
se deduce la subsistencia de que hablamos, la cual, aunque esté ligada
indisolublemente con la esencia y de ninguna manera se pueda separar
de ella, sin embargo tiene una nota especial por la que se diferencia de
la misma.
y digo también que cada una de estas tres subsistencias, comparada
con las otras, se distingue de ellas con una distinción de propiedad, Ahora
bien, aquí hay que subrayar expresamente la palabra "relacionar" o
"comparar", porque al hacer simple mención de Dios, y sin determinar
nada especial, lo mismo conviene al Hijo, y al Espíritu Santo que al
Padre; pero cuando se compara al Padre con el Hijo, cada uno se diferencia
del otro por su propiedad.
En tercer lugar, todo lo que es propio de cada uno de ellos es algo que
no se puede comunicar a los demás; pues nada de 10 que se atribuye al
Padre como nota específica suya puede pertenecer al Hijo, ni serie atribuido.
Y no me desagrada la definición de Tertuliano con tal de que se
entienda bien: que la Trinidad de Personas es una disposición en Dios
o un orden que no cambia nada en la unidad de la esencial.
7. Divinidad del Verbo


Pero antes de pasar adelante, probemos la divinidad del Hijo y del
Espíritu Santo; después veremos cómo se diferencian entre sí.
Cuando la Escritura hace mención del Verbo de Dios, sería absurdo
imaginarse una voz que solamente se articulase y desapareciese, o que se echa al aire fuera del mismo Dios, como fueron todas las profecías y
revelaciones que los patriarcas antiguos tuvieron. Más bien este vocablo
"Verbo" significa la sabiduría que perpetuamente reside en Dios, de la
cual todas las revelaciones y profecías procedieron. Porque los profetas
del Antiguo Testamento no hablaron menos por el Espíritu Santo, como
lo atestigua san Pedro (1 Pe. 1, 11), que los apóstoles y los que después
de ellos enseñaron la doctrina de la salvación. Pero como Cristo aún no
se había manifestado, es necesario entender que este Verbo fue engendrado
del Padre antes de todos los siglos. Y si aquel Espíritu, cuyos
instrumentos fueron los profetas, es el Espíritu del Verbo, de aquí concluimos
infaliblemente que el Verbo de Dios es verdadero Dios. Y esto
lo atestigua bien claramente Moisés, en la creacíón del mundo, poniendo
siempre por delante el Verbo. Porque, ¿con qué fin refiere expresamente
que Dios al crear cada cosa decía: Hágase esto o lo otro, sino
para que la gloria tie Dios, que es algo insondable, resplandeciese en
su imagen?
A los burlones y habladores les sería fácil una escapatoria, diciendo
que esta palabra en este lugar no quiere decir sino mandamiento o precepto.
Pero los apóstoles exponen mucho mejor este pasaje; dicen ellos,
en efecto, que el mundo fué creado por el Hijo (Heb.I,2) y que sostiene
todas las cosas con su poderosa Palabra, en lo cual vemos que la Palabra
o Verbo significa la voluntad y el mandato del Hijo, el cual es eterno
y esencial Verbo de Dios. Asimismo, lo que dice Salomón no encierra
oscuridad alguna para cualquier hombre desapasionado y modesto, al
presentarnos a la sabiduría engendrada de Dios antes de los siglos
(Prov. 8,22) y que presidía en [a creación de todas las cosas yen todo
cuanto ha hecho Dios \. Porque imaginarse un mandato de Dios temporal
sería cosa desatinada y frívola, ya que Dios quiso entonces manifestar
su eterno y firme consejo, e incluso algo más oculto. Lo cual
se confirma también por lo que dice Jesucristo: "Mi Padre hasta ahora
trabaja, y yo trabajo" (Jn. 5,17). Porque al afirmar que desde el principio
del mundo Él ha obrado juntamente con su Padre, declara más por
extenso lo que Moisés había expuesto brevemente. Así pues, vemos que
Dios ha hablado de tal manera en la creación de las cosas, que el Verbo
no estuvo nunca ocioso, sino que también obró, y que de esta manera la
obra es común a ambos.
Pero con mucha mayor claridad que todos habló san Juan, cuando
atestigua que aquel Verbo, el cual desde el principio estaba con Dios,
era juntamente con el Padre la causa de todas las cosas (Jn.I,3). Porque
él atribuye al Verbo una esencia sólida y permanente, y aun le señala
cierta particularidad y bien claramente muestra cómo Dios hablando ha
sido el creador del mundo. Y así como todas las revelaciones que proceden
de Dios se dice con toda razón que son su palabra, de la misma
manera es necesario que su Palabra sustancial, que es [a fuente de todas
las revelaciones, sea puesta en el supremo lugar; y sostener que jamás
está sujeta a ninguna mutación, sino que perpetuamente permanece en
Dios en un mismo ser, y ella misma es Dios.
8. Eternidad del Verbo
Aquí gruñen ciertas gentes, las cuales, no atreviéndose claramente a
quitarle su divinidad, le despojan en secreto de su eternidad. Porque
dicen que el Verbo comenzó a existir cuando Dios en la creación del
mundo abrió su sagrada boca. Pero hablan muy inconsideradamente al
decir que ha habido en la sustancia de Dios cierta mutación. Es verdad
que los nombres y títulos que se refieren a la obra externa de Dios se le
comenzaron a atribuir conforme la obra comenzó a existir - como cuando
es llamado creador del cielo y de la tierra -, pero la fe no reconoce ningún
nombre ni admite ninguna palabra que signifique que algo se ha innovado
en Dios mismo. Porque si alguna cosa nueva le hubiera sobrevenido, no
podría ser verdad lo que dice Santiago: ..... Todo don perfecto desciende
de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra
de variación" (Sant, 1,17). Por tanto, nada se puede consentir menos que
imaginar un principio del Verbo, que siempre fue Dios y después creó
el mundo.
Pero ellos piensan que argumentan sutilmente al decir que Moisés,
cuando narra que Dios habló, quiere decir que antes de aquel momento
no había en Dios palabra ninguna. Sin embargo, no hay nada más insensato
que esto, pues no se sigue ni se debe concluir: esto comenzó a
manifestarse en tal tiempo, luego antes no existía. Yo concluyo exactamente
al revés, o sea: puesto que en el mismo instante en que Dios dijo:
sea hecha la luz, apareció y se demostró la virtud del Verbo, por consiguiente
el Verbo existía mucho antes. Y si alguno pregunta cuánto
tiempo antes, no encontrará en ello principio alguno, porque ni aun el
mismo Jesucristo fija tiempo cuando dice: "Padre, glorif'ícame tú para
contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese"
(Jn.17,5). Y san J uan no se olvidó de probar esto mismo, porque antes
de hablar de la creación del mundo dice que el Verbo existió desde el
principio con Dios.
De nuevo, pues, concluyo que el Verbo que existió antes del principio
del tiempo concebido en Dios, residió perpetuamente en Él; por donde
se prueban claramente la eternidad del Verbo, su verdadera esencia y su
divinidad.
9. Testimonios de la Escritura sobre la divinidad de Jesucristo
y aunque no quiero mencionar ahora la persona del Mediador, porque
dejo el tratar de ello para el lugar donde se hablará de la redención,
sin embargo, como todos sin contradicción alguna deben tener por cierto
que Jesucristo es aquel mismo Verbo revestido de carne, los mismos
testimonios que confirman la divinidad de Jesucristo tienen mucho peso
para nuestro actual propósito.
Cuando en el Salmo 45,6 se dice: "Tu trono, oh Dios, es eterno y para
siempre", los judíos lo tergiversan diciendo que el nombre de "Elohirn",
que usa en este lugar el Profeta, se refiere también a los ángeles y a los
hombres constituidos en autoridad. Pero yo respondo que en toda la
Escritura no hay lugar semejante en el que el Espíritu Santo erija un trono
perpetuo a criatura alguna. Ni tampoco aquel de quien se habla es llamado
simplemente Dios, sino además Dominador eterno. Asimismo a nadie más que a Dios se da este título de "Elohim" sin adición alguna; como
por ejemplo se llama a Moisés el dios del Faraón (Éx. 7,1). Otros interpretan:
tu trono es de Dios; interpretación sin valor alguno. Convengo
en que muchas veces se llama divino a lo que es excelente, pero por el
contexto se ve claramente que tal interpretación sería muy dura y forzada
y que no puede convenir a ello en manera alguna.
Pero aunque no se pueda vencer la obstinación de tales gentes, lo que
Isaias testifica de Jesucristo: que es Dios y que tiene suma potencia
(Is. 9,6), lo cual no pertenece más que a Dios, está bien claro. Taro bién
aquí objetan los judíos y leen esta sentencia de esta manera: éste es el
nombre con que lo llamará el Dios fuerte, el Padre del siglo futuro, etc.
y así quitan a Jesucristo todo lo que en esta sentencia se dice de Él, y no
le atribuyen más que el título de Príncipe de paz. Pero, ¿por qué razón
se habrían de acumular en este lugar tantos títulos y epítetos del Padre,
puesto que el intento del profeta es adornar a Jesucrísto con títulos
ilustres, capaces de fundamentar nuestra fe en Él? No hay, pues, duda
de que es llamado aquí Dios fuerte por la misma razón por la que poco
antes fue llamado Emmanuel.
Pero no es posible hallar lugar más claro que el de Jeremías cuando
dice que "éste será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia
nuestra" (Jer. 23,6). Porque, corno quiera que los mismos j ud íos afirman
espontáneamente que los demás nombres de Dios no son más que epítetos,
y que sólo el nombre de Jehová, al que ellos llaman inefable, es
sustantivo que significa la esencia de Dios, de ahí concluyo que el Hijo
es el Dios único y eterno, que afirma en otro lugar que no dará su gloria
a otro (ls.42,8). Los judíos buscan también aquí una escapatoria,
diciendo que Moisés puso este mismo nombre al altar que edificó, y que
Ezequiel llamó así a la nueva Jerusalem. Pero, ¿quién no ve que aquel
altar fue erigido como recuerdo de que Dios había exaltado a Moisés,
y que Jerusalem es llamada con el nombre mismo de Dios sencillamente
porque en ella residía Él? Porque el profeta se expresa asi: "Y el nombre
de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama"! (Ez.48,35). Y Moisés
dice: "Edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi"2 (Éx.17,15).
Pero mayor aún es la disputa con los judíos respecto a otro lugar de
Jeremías, en el cual se da este mismo título a Jerusalem: "Y se le llamará:
Jehová, justicia nuestra" (Jer. 33, 16). Pero está tan lejos este testimonio
de oscurecer la verdad que aquí mantenemos, que antes al contrario
ayuda a confirmarla. Porque habiendo dicho antes Jeremías que Cristo
es el verdadero Jehová del cual procede la justicia, ahora dice que la
Iglesia sentirá con tanta certeza que es así, que ella misma se podrá
gloriar con este mismo nombre. Así que en el lugar primero se pone la
causa y fuente de la justicia, y en el segundo se añade el efecto.
10. El ángel del Eterno
Y si esto no satisface a los judíos, no veo cómo ellos podrán interpretar
lo que se lee en la Escritura con tanta frecuencia, en la cual vemos que el nombre Jehová es atribuido a un ángel. Dícese que un ángel se
apareció a los patriarcas del Antiguo Testamento (Jue. 6, 11). El mismo
ángel se atribuye el nombre del Dios eterno. Si alguno responde que
esto se dice por respeto a la persona que el ángel representa, no resuelve
la dificultad. Porque un siervo no permitiría jamás que se le ofreciesen
sacrificios para quitar la honra que se debe a Dios; en cambio el ángel,
después de haberse negado a probar el pan, manda que se ofrezca sacrificio
a Jehová, y luego prueba realmente que es el mismo Jehová (Jue.
13,16). Y así Manoa y su mujer comprenden por esta señal que no solamente
vieron al ángel, sino también a Dios, por lo cual exclaman:
"Moriremos, porque a Dios hemos visto" (Jue.13,22). Y cuando la mujer
responde: "Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos
el holocausto y la ofrenda" (Jue.13,23) ciertamente confiesa que es
Dios aquel que antes fue llamado ángel. Y lo que es más, la misma
respuesta del ángel quita toda duda: "¿Por qué me preguntas por mi
nombre, que es admirable?" (Ibid. v. 18). Por ello es abominable la impiedad
de Servet cuando se atreve a decir que jamás se manifestó Dios
a Abraham ni a los otros patriarcas, sino que en vez de a Él, adoraron a
un ángel. Pero muy bien y prudentemente los doctores antiguos interpretaron
que este ángel principal fue el Verbo eterno de Dios. el cual
desde entonces comenzaba a ejercer el oficio de Mediador. Porque, si bien
el Hijo de Días no se había revestido aún de carne humana, sin embargo
descendió, como un tercero, para acercarse con más familiaridad a los
fieles. Y así, a esta comunicación le dío el nombre de ángel, conservando,
sin embargo, lo que era suyo, a saber, ser Dios de gloria inefable. Lo
mismo quiere decir Oseas, quíen después de haber contado la lucha de
Jacob con el ángel, dice: "Mas Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová
es su nombre" (Os. 12,5). Servet gruñe otra vez; diciendo que esto fue
porque Dios había tomado la forma de un ángeL Como si el profeta no
confirmase lo que antes había dicho Moisés: "¿Por qué me preguntas
por mi nombre?". Y la confesión del santo patriarca aclara suficientemenle
que no había sido un ángel creado, sino Aquel en quien plenamente
residia la divinidad, cuando dice: "Vi a Dios cara a cara" (Gn. 32, 29~30).
En lo cual conviene con lo que dice san Pablo: que Cristo fue el guía
del pueblo en el desierto (l Cor. 10,4). Porque aunque no habia llegado
la hora de humillarse y someterse, no obstante aquel Verbo eterno dio
ya entonces muestra del oficio que le estaba destinado. Igualmente, si se
considera sín pasión alguna el capítulo segundo de Zacarías, el ángel
que envía al otro ángel es en seguida llamado Dios de los ejércitos y se
le atribuye sumo poder.
Omito citar infinitos testimonios, que plenamente aseguran nuestra
fe, aunque los judíos no se conmuevan gran cosa con ellos. Cuando se
dice en Isaías: "He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos
salvará" (Is. 25,9), todas las personas sensatas ven que aquí claramente
se habla del Redentor, que debía levantarse para librar a su pueblo. Yel
que repita dos veces lo mismo con palabras de tanto peso, no deja opción
para aplicar esto sino a Cristo. Y aún más claro es el testimonio de Malaquías,
en el que promete que el Dominador, que entonces se esperaba,
vendría a su templo (Mal. 3, 1). Es de todos conocido que el templo de Jerusalem jamas fue dedicado a nadie más que a aquel que es único y
supremo Dios; y sin embargo el profeta concede su posesión a Cristo;
de donde se sigue que Él es el mismo Dios a quien siempre adoraron
los judíos,
11. Los apóstoles aplican a Jesucristo lo que se ha dicho del Dios eterno
En cuanto al Nuevo Testamento, esta todo él lleno de innumerables
testimonios; por tanto, procuraré mas bien entresacar algunos, que no
amontonarlos todos. Y aunque los apóstoles hayan hablado de Él después
de haberse mostrado en qrne como Mediador, sin embargo, cuanto yo
cite viene a propósito para probar su eterna divinidad.
En cuanto a lo primero hay que advertir grandemente, que cuanto
habia sido antes dicho del Dios eterno, los apóstoles enseñan que, o se
ha cumplido ya en Cristo, o se cumplirá después. Porque cuando Isaias
profetiza que el Señor de los ejércitos sería a los judíos y a los israelitas
piedra de escandalo, y piedra en que tropezasen (Is. 8,14), san Pablo
afirma que esto se cumplió en Cristo, de quien muestra por el mismo texto
que Cristo fue aquel Señor de los ejércitos (Rom. 9,29). Del mismo
modo. en otro lugar, dice: "Todos compareceremos ante el tribunal de
Cristo. Porque escrito está: ... ante mí se doblará toda rodilla, y toda
lengua confesará a Dios" (Rom. 14, 10--11); y puesto que Dios, por Isalas
(ls.45,23), dice esto de si mismo y Cristo muestra con los hechos que
esto se cumple en Él, síguese por lo mismo que Él es aquel Dios, cuya
gloria no se puede comunicar a otro. Igualmente lo que el Apóstol cita
del salmo en su carta 1I. los efesios conviene sólo a Dios: "Subiendo a lo
alto, llevó cautiva la cautividad" (Ef.4,8). Porque quiere dar a entender
que este ascender había sido tan sólo figurado cuando Dios mostró su
potencia dando una notable victoria a David contra los infieles, pero que
mucho más perfecta y plenamente se manifestó en Cristo. Y de acuerdo
con esto san Juan atestigua que fue la gloria del Hijo la que Isaías había
visto en su visión, aunque el profeta dice que la majestad de Dios fue lo
que se le reveló (Jn. I , 14; Is. 6, 1). Además, los testimonios que el Apóstol
en la carta a los Hebreos atribuye al Hijo, evidentemente no pueden
convenir más que a Dios: "Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos". "Adórenle todos los án geles de
Dios" (Heb.I,6. 10). Y cuando él aplica estos testimonios a Cristo, no
los aplica sino en su sentido propio, porque todo cuanto allí se profetizó
se cumplió solamente en Jesucristo. Pues Él fue el que levantándose se
apiadó de Sión; Él quien tomó posesión de todas las gentes y naciones
extendiendo su reino por doquier. ¿Y por qué san Juan iba a dudar en
atribuir la majestad de Dios a Cristo, cuando él mismo habia dicho antes
que el Verbo había estado siempre con Dios? (Jn.l, 14). ¿Por qué iba a
temer san Pablo sentar a Cristo en el tribunal de Dios, habiendo antes
dado tan clarísimo testimonio de su divinidad, cuando dijo que era Dios
bendito para siempre? (2 Coro5, 10; Rom. 9,5). Y para que veamos cómo
el Apóstol está plenamente de acuerdo consigo mismo, en otro lugar
dice que "Dios fue manifestado en carne" (1 Tim, 3,16). Si Él es el Dios
que debe ser alabado para siempre, siguese luego que, como dice en otro
lugar, es Aquel a quien sólo se debe toda gloria y honra (1 Tim. l , 17).
y esto no lo disimula, sino que lo dice con toda claridad: "siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo" (Flp.2,6--7). Y para que los impíos no
murmurasen diciendo que era un Dios hecho de prisa, san Juan continúa:
"Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna" (1 Jn. 5,20). Aunque nos
debe ser más que suficiente ver que es llamado Dios, y principalmente
por boca de san Pablo, el cual claramente afirma que no hay muchos
dioses, sino uno sólo; dice así: "Pues aunque haya algunos que se llamen
dioses, sea en el cielo, o en la tierra ... para nosotros, sin embargo, sólo
hay un dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas" (1 COL8, 5.6).
Cuando oimos por boca de este mismo apóstol que "Dios fue manifestado
en carne" (1 Tim.3, 16), y que con su sangre adquirió la Iglesia,
¿por qué nos imaginamos un segundo Dios al cual él no conoce? Y no
hay duda que los fieles entendieron esto de esta manera. Tomás, confesando
que Él era su Dios y Señor, declara que es aquel único y solo Dios
a quien siempre habia adorado (Jn. 20,28).
12. La divinidad de Jesucristo mostrada por sus obras
Igualmente, si juzgamos su divinidad por las obras que en la Escritura
se le atribuyen, ella aparecerá mucho más claramente. Porque cuando
dijo que Él desde el principio hasta ahora obraba juntamente con el
Padre (Jn. 5,17), los judíos, bien que por otro lado eran muy torpes,
sintieron que con estas palabras se atribula a sí mismo potencia divina.
Ypor esta causa, como relata san Juan, procuraban con mayor diligencia
que antes matarlo; porque no solamente quebrantaba el sábado, sino que
además decía que Dios era su Padre, haciéndose igual a Dios (J n. 5,18).
¿Cuál, pues, no será nuestra torpeza, si no entendemos plenamente su
divinidad? Ciertamente que regir el mundo con su providencia y potencia
y gobernarlo todo conforme a su voluntad, según dice el Apóstol que es
propio de Él (Heb.l,3), no lo puede hacer más que el Creador. Y no
solamente le pertenece el gobernar el mundo, como al Padre, sino también
todos los otros oficios que no pueden ser comunicados a las criaturas,
El Señor anuncia por el profeta: "Yo soy el que borro tus rebeliones por
amor de mí mismo" (ls.43,25). Como los judíos, según esta sentencia,
pensasen que Jesucristo hacía injuria a la honra de Dios, ovéndole decir
que perdonaba los pecados, Él no solamente afirmó con su palabra que
poseía esta autoridad, de perdonar los pecados, sino que además la con'
firmó con un milagro (Mí. 9,6). Vemos, pues, que Jesucristo, no solamente
tiene el ministerio de perdonar los pecados, sino también la autoridad,
la cual dice Dios que nadie más que Él mismo puede tener. ¿Pues
qué? ¿No es propio y exclusivo de Dios entender y penetrar los secretos
pensamientos de los corazones de los hombres? (rvH.9,4). También esto
lo ha tenido Jesucristo; de donde se concluye su divinidad.
13. Los milagros de Jesucristo prueban su divinidad
y si hablamos de sus milagros, clara y evidentemente ha manifestado
su divinidad con ellos. Y aunque admito que los profetas y los apóstoles
los han obrado también, sin embargo existe una gran diferencia, ya que
ellos solamente han sido ministros de los dones de Dios, pero Jesucristo
los hizo con su propia virtud. Es cierto que algunas veces oró para atribuir
la gloria al Padre (1n. 11,41); pero la mayoría de las veces demostró tal
autoridad por sí mismo. ¿Y cómo no iba a ser verdadero autor de milagros
el que por su propia autoridad da a otros el poder de hacerlos?
Porque el evangelista cuenta que Él dio a los apóstoles el poder de
resucitar los muertos, de curar los leprosos, de echar los demonios,
etc. (Mt.1O,8). Y los apóstoles han usado de él de tal manera que
claramente mostraron que no tenían la virtud de hacer milagros sino
por Jesucristo: "En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda"
(Hch. 3,6). No hay, pues, por qué maravillarse, si Jesucristo, para mostrar
la incredulidad de los judíos les ha echado en cara los milagros que hizo
entre ellos (Jn. 5,36; 14, l 1), pues habiéndolos obrado por su virtud, daban
testimonio más que suficiente de su divinidad. Y además de esto, si fuera
de Dios no hay salvación alguna, ni justicia, ni vida, y Cristo encierra
en sí todas estas cosas, es evidente que es Dios. Y no hay razón para que
alguno me arguya diciendo que todo esto se lo concedió Dios, pues no
se dice que recibió el don de la salvación, sino que Él mismo es la salvación.
Y aunque ninguno es bueno, sino sólo Dios (Mt.19, 17), ¿cómo
podría ser un puro hombre, no digo bueno y justo, sino la misma bondad
y justicia? ¿Y qué diremos a lo que el evangelista dice: que desde el
principio del mundo la vida estaba en Él, y que Él siendo vida era también
la 1uz de los hombres? (J n. 1,4).
Cristo exige nuestra fe )' nuestra esperanza. Por tanto, teniendo nosotros
tales experiencias de su majestad divina, nos atrevemos a poner
nuestra fe y esperanza en Él, no obstante saber que es una horrible blasfemia
el que alguien ponga su confianza en criatura alguna. Él dice:
"Creéis en Dios, creed también en mí" (Jn. 14,1). Y así expone san Pablo
dos textos de Isaías: "Todo aquél que en él creyere, no será avergonzado"
(ls. 28, 16; Rom. 10, 11). Y: "Estará la raíz de Isaí, y el que se levantará
a regir los gen ti les; los gentiles esperarán en él" (Is. II , 10; Rom. 15, 12).
¿Mas a qué citar más testimonios, cuando tantas veces se dice en la
Escritura: "El que cree en mí tiene vida eterna"? (Jn, 6, 47).
El homenaje de la oración le es debido. Además de esto, también le
pertenece a Cristo la invocación, que proviene de la fe; lo cual sin embargo,
pertenece solamente a la majestad divina, si hay algo que le
convenga con plena propiedad. Porque dice el profeta: "Y todo aquel
que invocare el nombre de Jehová será salvo" (JI. 2, 32). Y así mismo
Salomón dice: "Torre fuerte es el nombre de Jehová; a él correrá el
justo, y será levantado" (Prov. 18, lO). Ahora bien, el nombre de Cristo
es invocado para la salvación, luego Él mismo es Dios. Ejemplo de que
Cristo ha de ser invocado lo tenemos en Esteban, que dice: "Señor Jesús,
recibe mi espíritu" (Hch.7,59); y después en toda la Iglesia cristiana,
según lo atestigua Ananias en el mismo libro: "Señor, he oído de muchos
acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos" (Hch. 9, 13).
Y para que se entienda más claramente que toda la plenitud de la divinidad
habita corporalmente en Cristo (Col. 2,9), el Apóstol afirma que
él no quiso saber entre los corintios otra doctrina sino conocer a Cristo,y que no predicó otra cosa ninguna sino a Cristo solo (1 Coro2, 2). ¿Qué
cosa es ésta tan grande de no predicar otra a los fieles sino a Jesucristo,
a los cuales les prohíbe que se gloríen en otro nombre que el Suyo?
¿Quién se atreverá a decir que Cristo es una mera criatura, cuando su
conocimiento es nuestra única gloria?
Tampoco carece de importancia que el apóstol san Pablo, en los saludos
que acostumbra a poner al principio de sus cartas, pida los mismos
beneficios a Jesucristo, que los que pide al Padre. Con lo cual nos enseña,
que no solamente alcanzamos del Padre los beneficios por su intercesión
y medio, sino que también el mismo Hijo es el autor de ellos por tener la
misma potencia que su Padre. Esto que se funda en la práctica y en
la experiencia, es mucho más cierto y firme que todas las ociosas especulaciones,
porque el alma fiel conoce sin duda posible y, por así decirlo,
toca con la mano la presencia de Dios, cuando se siente vivificada,
iluminada, justificada y santificada."

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