un experto en renovar nuestra conciencia para que esté en sintonía
con el corazón de Dios. Él es como el mecánico que reparó
rápidamente una máquina que nadie sabía cómo arreglar, y
envió a los dueños una factura por diez mil dólares.
"Diez mil dólares?", protestaron los dueños. "¡Si usted no
hizo más que unos ajustes aquí y allá!"
El mecánico respondió: "Un dólar es por el tiempo que
me tomó el trabajo. El resto es por saber dónde ajustar".
Jesús ya pagó el precio de nuestra reparación, y el Espíritu
Santo sabe exactamente dónde ajustar, qué necesita ser reparado
y cuándo. Dios no nos plantea todo de una vez, pero no
vale la pena aducir que no estamos listos para cambiar: Él sólo
vendrá a darnos convicción para que cambiemos cuando sepa
que estamos preparados. Si no fuera el momento adecuado
para ese trato, Dios no intentaría inducirnos a que lo hagamos."
"El diablo sabe que la condenación y la vergüenza nos
impiden acercarnos a Dios en oración para que nuestras
necesidades puedan ser satisfechas y para que podamos disfrutar
nuevamente de la comunión con Él. Sentirnos mal
con nosotros mismos o pensar que Dios está enojado con
nosotros, nos separa de su presencia. Él no nos abandona,
pero nosotros, por temor, nos alejamos de Él.
Por esta razón es tan importante discernir la verdad y
conocer la diferencia entre convicción y condenación.
Recuerda, aceptar la convicción te levantará y te librará del
pecado; la condenación sólo hace que te sientas mal contigo
mismo."
"El carácter se desarrolla durante los
tiempos de dificultad; nuestro llamado y nuestros deseos son
probados cuando se nos dice que no una y otra vez, y pese a
todo mantenemos nuestra determinación."
"Seguir a Dios es como escalar una montaña: Si Él nos mostrara
cuán alta es realmente la montaña que quiere que
escalemos, podríamos tener miedo de dar el primer paso.
Podríamos argüir que no estamos listos, que no estamos preparados
en absoluto para llegar hasta la cumbre. Entonces
Dios cubre la cima con una nube, y lo único que podemos ver
es el paso que tenemos por delante."
Capítulo 9, página 157
"En el plan de Dios para nosotros no podemos saltear los
pasos que no nos agradan y continuar con otros, ni tampoco
podemos eludir los pasos más difíciles o los que demandan
sacrificio. Repito: seguir el plan de Dios para nuestra vida
requiere inversión.
Debemos sacrificar nuestra voluntad propia para alcanzar
la voluntad de Dios; debemos sacrificar nuestros caminos para
encontrar sus caminos. No temas al sacrificio; a la larga, nos
hace libres para ser todo lo que anhelamos ser."
Capítulo 9, página 158
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