jueves, 28 de octubre de 2010

En las manos del Señor están nuestros tiempos




"La mano de Dios asegura el éxito a todo lo largo del trayecto. En aquel día cuando veamos el tapiz que registra nuestras vidas, veremos allí todas las escenas con un ojo sorprendido; veremos cuánta sabiduría, cuánto amor, cuánta ternura, cuánto cuidado fueron prodigados sobre ellas. Una vez que un asunto está en la mano de Dios, nunca es abandonado ni olvidado, sino que es completado hasta el fin. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

"En tu mano están mis tiempos", y, por tanto, el fin será glorioso. Señor mío, si mis tiempos estuvieren en mi propia mano, demostrarían ser un fracaso; pero puesto que están en Tu mano, Tú no fallarás, ni tampoco fallaré yo."
Charles Spurgeon

Este hombre de Dios, Charles Spurgeon, con un vocabulario espiritual poético, continúa derramando bendiciones generación tras generación.

Realmente una bendición este sermón, amiga ;)

Salmo 31
En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;
Líbrame en tu justicia.
Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;
Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme.
Porque tú eres mi roca y mi castillo;
Por tu nombre me guiarás y me encaminarás.
Sácame de la red que han escondido para mí,
Pues tú eres mi refugio.
En tu mano encomiendo mi espíritu;
Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.
Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias;
Mas yo en Jehová he esperado.
Me gozaré y alegraré en tu misericordia,
Porque has visto mi aflicción;
Has conocido mi alma en las angustias.
No me entregaste en mano del enemigo;
Pusiste mis pies en lugar espacioso.
Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia;
Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo.
Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar;
Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido.
De todos mis enemigos soy objeto de oprobio,
Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos;
Los que me ven fuera huyen de mí.
He sido olvidado de su corazón como un muerto;
He venido a ser como un vaso quebrado.
Porque oigo la calumnia de muchos;
El miedo me asalta por todas partes,
Mientras consultan juntos contra mí
E idean quitarme la vida.
Mas yo en ti confío, oh Jehová;
Digo: Tú eres mi Dios.
En tu mano están mis tiempos;
Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores.
Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo;
Sálvame por tu misericordia.
No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado;
Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol.
Enmudezcan los labios mentirosos,
Que hablan contra el justo cosas duras
Con soberbia y menosprecio.
¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen,
Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!
En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre;
Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas.
Bendito sea Jehová,
Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada.
Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos;
Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba.
Amad a Jehová, todos vosotros sus santos;
A los fieles guarda Jehová,
Y paga abundantemente al que procede con soberbia.
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,
Y tome aliento vuestro corazón.




Gracias Padre Santo por ser mi Guardador, mi Hacedor y Protector.

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