Cíentíficos descubren el día perdido

“Y el Sol se detuvo y la Luna se paró, hasta que la gente se hubo
vengado de sus enemigos… y el sol se paró en medio del cielo, y
no se apresuró a ponerse casi un día entero” Josué 10:12-13

Los científicos del espacio estudian la posición del sol, la luna y
los planetas por medio de computadoras electrónicas para determinar
dónde se encontrarán estos cuerpos celestes dentro de cien o quizás mil años a partir de hoy.
Estas computadoras permiten trazar las órbitas de los planetas,
pues cuando se lanza al espacio un satélite de prueba, es necesario
conocer donde se encontrarán los planetas en determinado momento para que el experimento no resulte en un fracaso, pues el satélite podría chocar inesperadamente con algo que irrumpiera en su órbita. De ahí la tremenda importancia de las computadoras electrónicas en la astronomía moderna y en la lucha del hombre por conquistar el espacio.
Recientemente, una de estas computadoras al entregársele datos adecuados, comenzó a calcular acontecimientos y fechas de siglos pasados y venideros. Inesperadamente apareció una señal roja y la máquina calculadora se detuvo. Los técnicos inspeccionaron la calculadora, que no tenía desperfecto alguno. ¡Algo extraño estaba ocurriendo!. Uno de los hombres de ciencia expresó su frustración con estas palabras: “hemos descubierto que falta un día en el tiempo transcurrido hasta hoy”.
Después de una intensa búsqueda del día perdido de la historia, el asunto no parecía tener solución. De pronto un obrero del grupo, persona religiosa, recordó la historia de Josué, General del ejército isrraelita que conquistó la tierra de Canaán o Palestina. Muchos quizás recuerden esta historia relatada en la Biblia (Josué 10:12-13), de cómo Josué en medio de una furiosa batalla, y viendo que la noche se acercaba, pidió a Dios que detuviera el Sol para tener tiempo para derrotar a sus enemigos. Dios respondió a su petición y el Sol se detuvo en cierto valle llamado Ajalón, en la ciudad de Gabaón, y Josué logró una sorprendente victoria que cambió el curso de la historia del pueblo hebreo y también del mundo.
Un científico espacial tomó una Biblia y la abrió en el capítulo 10 del libo de Josué y leyó estas palabras en el versículo 13 … “Ahí esta el día perdido”, comentó el científico. Y con estos nuevos datos procedió a hacer funcionar de nuevo la computadora electrónica, y se encontró que el Sol se detuvo en tiempos de Josué, 23 horas y 20 minutos, “casi un día entero”.
Pero, faltaban aún 40 minutos para completar las 24 horas que formaban un día completo. Si no se encontraban esos 40 minutos, el mismo problema se presentaría siglos más tarde al igual que se presentaba ahora. El obrero religioso recordó que en otra sección de la Biblia se mencionaba que Dios, por un acto milagroso había retrocedido la sombra del Sol, en respuesta a la oración de uno de sus profetas. Todos miraban al obrero que hablaba, como si su mente divagara.
El hombre insistió en que se leyera la Biblia en el libro de 2 Reyes 20:11. “Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás.”
Isaías 38:8 “He aquí yo haré volver la sombra por los grados que ha descendido con el sol, en el reloj de Acaz, diez grados atrás. Y volvió el sol diez grados atrás, por los cuales había ya descendido.”
Ese pasaje de la Biblia relata como Ezequías en su lecho de muerte le pidió a Dios que lo sanara y que prolongara su vida. Dios uso al profeta Isaías para contestar esta petición y cómo el profeta le informó al Rey moribundo que Dios lo sanaría, el Rey le pidió una señal como prueba de ello. Isaías consultó con Dios y el Señor
contestó con un milagro, y el Sol retrocedió 10 grados en su órbita. Y 10 grados equivalen a ¡40 minutos de tiempo!.

Y con estos cuarenta minutos se completaron las 24 horas perdidas que los científicos espaciales no podían encontrar (El día perdido!!)

Tomado de :
Revista Presencia Divina Volumen 7 Año 2008